CONCLUSIONES A LA FECHA
La minería seguirá siendo, en consecuencia, un soporte La importancia de la actividad minera en el desarrollo de Chile como nación es, como se ve, indiscutible. Desde su Independencia, con el ciclo iniciado en 1830, se produjo un salto en la exploración y el emprendimiento, abriendo las puertas a descubrimientos de minerales que, como la plata de Chañarcillo, implicaron un suceso cualitativo en la conformación de la identidad minera del joven Estado chileno, refundado apenas un decenio desde la virtual quiebra en la que estaba tras las guerras libertadoras de América Latina.
La explotación del salitre en el Norte, a contar de 1880 y hasta 1930, dio cuenta de un nuevo período de riqueza nacional surgida desde la minería, con recursos que permitieron avances sustantivos en materias educacionales, sociales y políticas. Ese período cambió sustancialmente la geopolítica de Chile. Los capitales surgidos de la minería estimularon no sólo la creación de nuevos polos de población en todo el país, con la transformación de villorrios en pueblos y de éstos en ciudades; sino además una potente inmigración de profesionales, artesanos y trabajadores atraídos por la bonanza y la creación de una pujante clase media que comenzaría a presionar luego por estar presente en el ámbito de las decisiones públicas.
Con la declinación del salitre y la llegada de los capitales norteamericanos a la Gran Minería del Cobre a contar de los primeros años del siglo XX, Chile comenzará a generar recursos que dieron un impulso adicional a la conformación de la nueva estructura social chilena, en un proceso que se extendería hasta casi fines de la centuria y que posibilitó la maduración de la identidad minera del país desde la “viga maestra” o el “sueldo de Chile”, como bautizaron al metal rojo dos sucesivos mandatarios.
Aunque en las décadas de los años ‘70 y ‘80 se produjo en el país un cambio económico que potenció nuevos sectores exportadores, aprovechando las ventajas comparativas naturales que Chile tenía en áreas como la industria forestal, pesquera y frutícola, es evidente que la minería continuó –y continúa siendo– una llave maestra para el desarrollo nacional, hecho que, por lo demás, se sigue expresando en el alto porcentaje que la minería representa en el conjunto de nuestras ventas externas. Los especialistas coinciden, además, que su papel para los próximos años será también sustantivo, tanto en lo referido a la minería del cobre, como en otras áreas metálicas y no metálicas emergentes, vinculadas a las nuevas tecnologías y nuevos materiales que acompañarán el desarrollo humano del siglo XXI.
Ref. (Consejo Minero)
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